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ENTRE PURGATORIO Y GLORIA 464
en castellano y en catalán, me ha tratado admi-
rablemente. Todo ello satisfactorio para mi va-
nidad profesional y para mi bolsillo, pues las
funciones se cuentan por llenos, y no hay sín-
toma de cansancio en el público hasta ahora
(¡lagarto, lagarto, lagarto! digo, tocando ma-
dera), con gran júbilo de Isaba que está hacien-
do una buena temporada con muy poco esfuer-
zo de ensayos y de trabajo. Me han obsequiado
mucho; banqueteado; paseado por los sitios más
pintorescos de los alrededores, y presentado a
lo más saliente de artistas y literatos de la lo-
calidad. En resumen, me alegro mucho de haber
cedido a la presión de Isaba, que fué el inventor
de este viaje, que yo no quería hacer por pare-
cerme algo espectacular.
Pero así como es grande mi satisfacción por
lo que te cuento anteriormente, debo confesarte
que, en lo demás, he sufrido la más estupenda,
dolorosa y definitiva derrota, de la que aún es-
toy maltrecho. ¿A qué me refiero? Pues a mis
ilusiones acerca de Carmita.
Te contaré, punto por punto, lo acaecido.
Recordarás que, por su constante táctica de
esquivarme siempre que le iba a plantear, ro-
tundamente, la cuestión de nuestras relaciones,
llegó el final de la temporada en Madrid sin que
hubiéramos tenido la explicación que yo ansiaba,
y que, en tal estado de incertidumbre acerca de
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