ENTRE PURGATORIO Y GLORIA — 171
tribuir el rumor, que hasta sus oídos llegó, de
que el cambio de actitud del dramaturgo respec-
to de ella, debíase a la repulsa que sus preten-
siones amorosas merecieron por parte de la ac-
triz. Como Carmita quedaba airosamente, no
sintió precisión de protestar contra la falta de
exactitud de la noticia, ya que la tal repulsa pudo
deducirla Marcelo, tan sólo, de la falta de res-
puesta a la carta que la escribiera y tomar el
retraso en contestar como una negativa rotun-
da. Claro que la determinación de Marcelo —
que si no revelaba despecho era algo extraña,
dado lo prendado que estuvo de ella — libraba
a la muchacha de una dificultad de no escasa
monta, cual es la de rechazar un ofrecimiento
como el que aquél la hizo, tan honroso y tan leal.
Así quedaron las cosas cuando Isaba deter-
minó el cambio de cartel, para satisfacer a
otros autores de la casa y dar, al propio tiempo,
variedad a los trabajos de la compañía.
— ¿De modo que viene usted en son de des-
pedida? — preguntábale Magda una noche en
que sólo estaban en su saloncito Pepe Gómez y
Riopar.
— Casi, casi. — Tengo mucho trabajo pen-
diente. Durante mi estancia aquí nada he podido
hacer. Y, además, no me vendrá mal tomar un
poco de oxígeno y de sol, aunque sólo sea para
hacer provisiones para el invierno.