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ENTRE PURGATORIO Y GLORIA 481
vertido aun en plasmante realidad; muy intenso
en Lucy, al hacer súbita explosión, porque el
continuo movimiento de su persona en pos de
ejercicios casi varoniles, que llevan consigo más
el reposo del cuerpo que el soñar del alma, la
había alejado de eróticos deliquios.
Nunca pensó Lucy en unir su vida a la vida
de un hombre. Oyó requiebros, recibió declara-
ciones, no faltó quien hubo de dirigirse al Mar-
qués de Beire poniendo por delante el inmediato
connubio y a todos rechazó la encantadora mu-
chacha. ¿Privarla de sus gustos, de sus diversio-
nes, de su inquietud deportiva? De ninguna ma-
nera. ¿Juntarse en lazo indisoluble a un indivi-
duo que seguramente la obligaría a cambiar su
existencia por otra de hogareño sosiego? ¡Ja-
más! Pero ahora... ahora comprendió Lucy que
el momento era definitivo. La vibración de sus
sentidos y potencias la hicieron ver claramente,
en un breve espacio de tiempo, que se hallaba
cogida por una afinidad misteriosa que la lle-
vaba con fuerza irresistible a fundir su espíritu
con el espíritu de Antonio Artá, el cual como
viese a Lucy ruborosa e indecisa la dijo:
— Perdón Lucy adorada, único amor mío.
Si estima usted que mi atrevimiento la ofende
olvídelo; pero si hay en su alma un átomo de
Piedad al menos desengáñeme usted, segura de
que aun cuando su sentencia fuese cruel nunca