ENTRE PURGATORIO Y GLORIA 213
tras nos trasladábamos juntos a casa de la señora
aquélla. Por fortuna se trata de un cumplido
caballero, que se hizo cargo de la situación y,
al objeto de evitar una autopsia, se brindó a
certificar que la defunción era producida por la
causa que antes le indiqué (en realidad él sabía
que el pobre marqués estaba predispuesto a ese
triste final), y a ayudarme a trasladar aquellos
despojos a casa de Beire, para lo cual tuve que
ir en busca del ayuda de cámara de éste; valién-
dome del sereno le hice salir a la calle, le conté
lo que pasaba y se prestó a encargarse de la
macabra tarea, que, con todo sigilo, llevamos a
cabo antes de que fuera de día.
— ¿De modo que... ?
— De modo que hoy por la mañana habrá
aparecido Beire muerto en su cama, y el justo
dolor de su pobre hija no se verá agravado por
el bochorno de que todo Madrid supiera que fa-
lleció en casa de su querida.
— No se puede obrar mejor, ni con mayor
delicadeza de lo que usted ha obrado, amigo
Artá — dijole Alvaro, felicitándole afectuoso.
Y ¿en qué puedo servirle?
— Sé, a bulto y sin detalles, que la situación
financiera del marqués no era satisfactoria, y
deseaba que usted, con los poderosos medios de
información con que cuenta su casa, me entera-
se de lo que haya en realidad, al solo objeto de