ENTRE PURGATORIO Y GLORIA 225
con su comprensión, sus agudas observaciones,
sus ingeniosas salidas, su discreto juicio para
medir la talla intelectual y moral del interlocu-
tor, y no parecer nunca sobrepujarle en sa-
ber ni en virtudes... aun siendo tan superior
a él,
— ¡Pare el carro, amigo, haga el favor, que
me va a anonadar con sus elogios ditirámbicos!
— dijo Magda, riendo a carcajadas.
— Y eso que no entro, de intento, en el ca-
pítulo de sus méritos físicos, ni de su elegancia,
tan principal y tan señera, ni de su distinción
Suprema, ni de su... — continuó imperturbable
Marcelo, como el que está decidido a decir todo
lo que siente, aun cuando se vea interrumpido
una y mil veces.
— Y hace usted perfectamente en no pene-
trar en ese terreno, vedado para todos los que
no son revisteros de salones ¡pues no faltaba
más ! — interpuso, rápida, la actriz, entre broma
y veras, deseosa de cortar la facundia admirati-
va de su interlocutor. — En serio, amigo Mar-
celo...
— En serio, admirada amiga: tenía dentro
de mí la imprescindible necesidad de ponerme
Írente a usted y decirle que, si en lo físico y ma-
terial, ha sido mi salvadora, merced a un impul-
SO generoso para el que la palabra gratitud es
bien poco expresiva, en lo psíquico, también ha
3