280 E. GUTIÉRREZ GAMERO
— Y ¿ella lo sabe?
— Perfectamente.
— Y... perdona la pregunta en gracia a la
nuestra sincera y cariñosa amistad. ¿Correspon-
de la excelsa actriz a tu...?
—...a tu amor. Esa es la palabra exacta.
Puedes decirla en absoluto. Me lo ha demostra-
do de una manera que no deja lugar a dudas.
—Me alegro de todo corazón Marcelo.
Magda es una mujer que reune todo género de
encantos. Belleza, talento, finura y sin el más
pequeño lunar en su historia. Y si le eliges por
compañera de por vida habrás tenido un acierto.
— Sí Antonio. Solamente Magda será mi
mujer.
— Muy retebién. Recibe mi enhorabuena.
— ¡Ay Antonio, no me la des todavía!
— Pero si de veras os queréis ¿qué clase de
obstáculos pueden impedir vuestra boda, de la
que quiero ser padrino? Vamos, quizá los obs-
táculos son el teatro y la gloria...
— No es eso, Antonio.
— Lo dices con un tono tan lúgubre que me
dejas turulato.
— Mira Antonio — habló Riopar después
de una breve vacilación. — Si me fuera posible
decirte el motivo de mi tristeza te lo diría, pero
me lo impide algo que no me pertenece y debo
callarlo, aun en ti.
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