E. GUTIÉRREZ GAMERO
bre Benisa, vulgarote, descuidado en el vestir,
que sólo sabía hablar de la Bolsa, de los cam-
bios, de las emisiones, de los empréstitos — que
pronto hubo de percatarse del afecto que inspi-
rara, y como la dama, fresca y apetitosa, no era
nada despreciable, dejóse Alvaro ir por la pen-
diente, sin gran remordimiento por la mala pa-
sada que hacía a su protector, ni por la forma
en que le pagaba su protección, aunque organi-
zando esas relaciones con tal cuidado, que nadie
pudiera sospecharlas y menos aún el propio in-
teresado y, siendo absolutamente secreto el agra-
vio, éste casi no existía en sentir del desapren-
sivo mozo.
Cimentada en esas sólidas bases su influen-
cia, gozando de la confianza omnímoda de Be-
nisa y, por ende de la de su socio Muñana, fué
rápida y decisiva su carrera en la casa de Ban-
ca. De empleado distinguido, pronto pasó a Sub-
director; tras de una grave enfermedad que su-
friera el marido de Claudia, durante la cual tuvo
Alvaro que substituirle en la parte de gerencia
que desempeñaba, haciéndolo con pleno dominio
de la materia y absoluta seguridad de sí mismo,
propuso aquel que la casa se transformase de
Sociedad en Comandita, en Anónima, emitién-
dose acciones de las cuales la cuarta parte las
suscribirían unos cuantos amigos de la casa, y
las tres restantes los dos socios antiguos más