ENTRE PURGATORIO Y GLORIA 75
asenso de gentes o de sociedades que no resi-
dieran en Madrid.
Por virtud de lo que antecede, el trato de don
Juan de Dios y de Benisa con los empleados era
más superficial, si bien tanto el uno como el
Gtro, utilizasen los servicios de aquellos que les
vuxiliaban en sus respectivas funciones, pero
— por egoísmo — echaron sobre Prat la tarea
de admitirlos, separarlos, concederles ascensos
e imponerles castigos cuando a ellos se hacían
acreedores, inhibiéndose de toda intervención
directa en tal materia.
A los empleados de Muñana, Benisa y
Prat, S. A., quizás no se les renumerase con es-
Plendidez pero, eso sí, tenían el honor de estar
soberbiamente instalados, pues al adquirir la
vieja casona de la Puerta del Sol para derri-
barla y edificar de nueva planta el hermoso
edificio que toda España conoce, de visu o por
fotografías, no se omitió gasto ni se economizó
en cosa alguna, y así todo era bueno y del mejor
gusto (en el que se veía la dirección de Alvaro
de Prat, más culto y más artista que sus cole-
gas); la artística fachada, de hechura netamente
española y discreta ornamentación plateresca;
el suntuoso vestíbulo de piedra clara y grandes
lámparas broncíneas; el soberbio patio, vago re-
medo del salmantino de los Irlandeses, destinado
a las operaciones propias del Banco, en el cual