Full text: El verdadero hogar

EL VERDADERO HOGAR 107 
cosa, ¿verdad abuela, que debe ser por verme? ' 
Usted que sabe del mundo y ha visto mucho, sá- 
queme de esta duda... ¿será por mí o no? 
Se había excitado al hablar y en la sombra del 
cuarto su voz sonaba con modulaciones de pasión 
que traían a la memoria de la Guisando otras que 
oyó allí mismo hacía años, que nacieron en los la 
bios inocentes y frescos de aquella Aguedita, que 
murió consumida por el amor. 
Al concluir aquella entrevista, Gracián el bue 
no había conseguido de doña Tora que iría a ver 
a don Bermudo Señuelo, tío de la sin par Manoli- 
ta y que le hablaría de su sobrino y de la fogosa 
pasión de su sobrino."Asi saldría éste de dudas y de 
la terrible perplejidad en que se hallaba por saber 
si Manolita le quería O no. 
Resultó que sí. Manolita amaba a Gracián tanto 
como Gracián a Manolita, y después de unas bre- 
vísimas relaciones, modelo de seriedad y de ternu 
ra, los novios se casaron, unidos por el propio Pa 
dre Señuelo, quien era un señor como una torre, 
grandísimo, gigantesco, ciclópeo. 
Los novios hicieron su nido en el piso segundo 
del caserón de la calle de Toledo, encima de doña 
Tora, y a cada dos por tres andaban por la escale- 
ra bajando a ver a la anciana. Manolita y la Gui 
sando entendíanse maravillosamente, y nunca tu- 
vieron palabra alguna sobre ninguno de los deli- 
sados particulares del menaje. Á menudo salían 
los tres en un coche alquilón y se iban Moncloa
	        
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