EL VERDADERO HOGAR 13
Era una joya singular y magnifica. El pintor la
reprodujo con minucioso esmero, sin omitir pie-
dra, ni esmalte, ni filigrana. Figuraba como. un
dragón o una quimera, un bicharraco extrabo,
donde se juntaban alas, garras, dientes, colas cu
lebreántes, garfios retorcidos yamenazadores. Todo
ello creaba un animal suntuoso y decorativo, que
sujetaba los pliegues del túnico de la Díez. Gema:
oscuras, granates, zafiros, gruesas esmeraldas som
brías, brillaban con tonalidades profundas sobre el
joyel, salpicando el cuerpo, las alas, la cola ser-
pentina y sólo en e' centro de la cabeza, junto a un
rubí sangriento, lucía el cándido oriente de una
perla perfectísima, blanca y pulida. La perla pare
cía brillar con luz propia y era la nota apacible de
aquel cuadro tan dramático. Recogía las últimas
luces del día, cuando entre la palidez del crepúscu
lo doña Matilde se iba esfumando en el muro, cual
una aparición que se desvanece, y la niña, aban—
donando su muñeca, fijaba extática los ojos en la
mancha blanca de la perla, redonda y luciente
como el globo de una lágrima.
Los felices padres de la soñadora la daban de vez
en vez cantaleta con aquel amor por doña Matilde
y por su presea, y un día, riendo, dijo el Jesual
do a la Jesualda: «Cuando la niña se case, la hare-
mos una alhaja como la del retrato». La mamá
asintió a aquella promesa y desde entonces, cuan-
do de tarde en tarde, pues aquellos barrios no dan
de sí grandes riquezas, caía alguna joya regular,