Full text: El verdadero hogar

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EL VERDADERO HOGAR 
En efecto, por la cuesta del Ave María bajaba 
lentamente doña Tora, apoyada en el brazo de su 
biznieto, que ya estaba hecho un mozallón, con 
unas espaldas atléticas y una barba poblada y ne- 
grísima que le comía la cara, donde brillaba la luz 
de unos ojos grandes, grises e inocentes, 
Al ver aparecer a Gracián Burgo de Osma, el 
cortejo de Inés dió muestras de gran alegría, y 
cuando estuvo más cerca le saludó con muchos 
extremos, deteniéndole, hablando efusivo y fami- 
liar. Desde el balcón, tras los visillos, que habían 
vuelto a recobrar su simetría, las tres muchachas 
asistieron a tan memorable entrevista, vieron que 
Gracián presentaba el desconocido a dona Tora, 
que*sta le acogía afable, que todos se dahan la 
mano, y que al fin, después de una plática anima- 
da y cordial, doña Tora y Gracián se despedían del 
joven de la barba rubia y cruzaban la calle despa- 
cio, en dirección de la tienda de los Jesualdos. El 
cortejo de Inés los dejó marchar, y después de un 
discreto saludo al balcón, donde entreveía a su 
amada, se alejó a lento andar, volviendo la cabeza 
de vez en cuando. 
—8Se va; se fué,..—dijo la enamorada. 
—¿Pero, tu hermano viene a casa?—interrogó 
Almudena, sin hacer caso de lo que la otra decía. 
—S1í, mujer. Al salir para acá me lo dijo..., que 
vendría a buscarme con mamá Tora... Lo que 
tiene es que con estas cosas... se me olvidó con- 
tártelo...
	        
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