A
vIl
Don Pepe y su tresillo.—Doña Matea y sus
recepciones. — Las rosas del jardín.—An-
tonia Máxima, su madre y su prometido.
Lo de Facundo é€ Inés anduvo viento en pepa
desde un principio. Parecía como si el cielo qui-
siese demostrar su poder mostrando a los mortales
el espectáculo rarísimo de un amor sin nubes, pa-
Cífico y vehemente a un tiempo.
Gracián tuvo muy poco que hacer para ayudar
el noviazgo de su hermana, Facundo Manrique puso
desde el principio en sus relaciones un sello de se-
riedad que alejó de los felices amantes todá la ri-
diculez en que caen los novios con el balconeo, las
cartitas, el seguimiento callejero y las charlas por
el teléfono de caña, o por la mirilla de la puerta
de la escalera,
Uno de los primeros actos de poderío que ejer-
ció Inés sobre su novio, consistió en cambiarle el
10