Full text: El verdadero hogar

184 MAURICIO LÓPEZ ROBERTS 
casi cenudo. Doña Jesualda apareció por la puerta. 
En la mano traía la plancha y de vez en vez se la 
acercaba a un carrillo, para apreciar el grado de 
calor del hierro. 
—Pronto, pronto, pon el papel... Así no, mu- 
jer... más estirado, lo más estirado posible. 
Levemente resbaló la plancha por el papel de 
estraza, Se oyó ligero chirrido, subió una vaga 
humareda y en el papel mostráronse unas man- 
chas que se extendieron rápidas. Después doña Je- 
sualda cambio de lado el papel, pasó otra vez el 
hierro, luego recogió todo y mostrando a su hija 
el tapete, dijo triunfante: —Ya está. ¿Ves? Apenas 
si queda rastro —y su dedo mostró el terciopelo, 
donde sólo una ligera chafadura mostraba el sitio 
donde la cera fué. 
Almudena volvió a mover los labios. 
—(Oye Mamá. 
—¿Qué? ¿Qué quieres? Voy a dejar la plancha y 
luego bajo a la tienda para ver si ha entrado algo. 
¿Qué es? —Almudena iba a hablar y se detuvo. 
Doña Jesualda ya no la hacía caso. Guardaba 
cuidadosamente el papel en el sitio de donde lo sa- 
cara, teniendo siempre en una meno la plancha. 
Hablaba al mismo tiempo. 
—$Si no bajo ahora, tu padre luego no sabe cómo 
desenvolverse... ¿Que querías?... Se le olvida sen- 
tar las entradas en el libro y luego... ya está el 
papel guardado por si hace falta otra vez... ¿Me di- 
jiste algo? 
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