Full text: El verdadero hogar

a de 
66 MAURICIO LÓPEZ ROBERTS 
onzas, concluyeron por verse dueños de varias Ca- 
sucas en las calles de la Paloma, Mira el Río, Ca- 
latrava y obras de los barrios bajos, y de una finca 
de mayor importancia, de un inmenso destartala- 
do caserón de la calle de Toledo, donde durante 
muchos años tuvieron los cónyuges instalada la 
posada dicha de Guisando. Cuando los Guisando ya 
no contaban con tener sucesores, se presentó en 
doña Toribia (que ya usaba el don) una prenez del 
todo inesperada y, contra los vaticinios de varias 
comadres que veían en aquella tardía fecundidad 
peligros infinitos, doña Toribia salió de su apuro 
con la suerte mayor y apenas si duró el lance la 
hora cortita que se desea a las señoras que se ven 
en tales trotes. Una niña fué el fruto de bendición 
con que la Providencia premió el trabajo honrado 
y sin tregua de los Guisando, y a esta niña, nacida 
recién restaurado Fernando VII, allá por el año de 
1815, se la dió el bonito nombre de Toribia, que 
ya llevaba su mama. 
Pues señor, Toribia segunda, en los albores de 
su vida, cuando balbuceaba, armando terribles 
mescolanzas de letras y cometiendo feroces delitos 
gramaticales, nunca acertó a decir su nombre como 
Dios manda, y si la preguntaban cuál era su gra- 
cia, decía, haciendo unas muecas muy saladas con 
el hociquillo, que ella se llamaba Torita. Y resul- 
tó de esto que Torita por aquí y Torita por allá, la 
chicuela se quedó con este remoquete, que perdu- 
ró más de lo necesario, como resulta casi siempre 
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