50 MAURICIO LÓPEZ ROBERTS
desbarajustado por Gracián en aquel tiempo de si
poder, que empezó per la testamentaría de don Be
nigno y concluyó por el pleito del Marquesado,
pues influidos por Ja carátula de ultratumba y e!
acento glacial de doña Tora, los escribanos, procu
radores y demás ralea parecía como si perdiesel
ferocidad y si bien no llegaban a mansedumbres,
que no existen en el mundo de las leyes, por lo
menos se tornaban más dúctiles y manejables. Y
aparte de esto, doña Tora conservaba todas las sa-
bidurías que le sirvieran en sus negocios, y no la
engañaban con sutilezas ni con trapacerías, pues e
la Guisando era perro viejo y dura de pelar.
Mas ¡ay! las tonterías de Gracián habían sido
innumerables. Poco a poco iban saliendo. De puro
tonto, el fracasado marqués había hecho más daño
que si fuese pillo. El muy simple giró letras, acep
tó pagarés, firmó en blanco, y ni doña Tora con
su sapiencia, ni los santos todos del Paraíso arre
glaban aquéllo sin pagar muy buenos cuartos. p
La viuda se manifestó heroica. Como ante todo
es el honor del mombre, y ya que por sus pecados,
el apellido de Burgo de Osma era el de su nieto, a
quien amaba entrañablemente, la Guisando luchó
como un león, defendió ochavo a ochavo aquella
hermosa fortuna amenazada por tantos diversos
enemigos, y al fin consiguió, si no un triunfo bri
lante, un arreglo pasadero. Hubo que vender más
fincas, más casas, papel de Estado, acciones. En el
naufragio se perdió mucho, pero se salvó bastante