Full text: La olla grande

a 
98 E. GUTIÉRREZ-GAMERO 
ninfas del honor averiado, allí mi hombre, siempre el 
compañía de sus parásitos, conseguía que, por buenas 
o por malas, le abriesen la cancela, y una vez dentro 
del templo venustiano llevaba la juerga escandalosa al 
punto de romper los muebles, destruir la vajilla y ht 
cer pasar las penas del purgatorio a las desgraciadaS 
mujeres, que harto tenían con tolerar a aquel pedazo de 
bárbaro a trueque de una indemnización pecuniari% 
apenas comparable con el martirio de aguantarlo. SU 
casino, la taberna señoril; sus relaciones, gente de cal- 
da; sus amores las mozas del partido; sus fuentes de 
cultura, el libro de las cuarenta hojas, y, sus recursof» 
las pesetas de aquel padre indulgente, que, teniendo acel- 
ca de la moral los mismos puntos de vista que su encal- 
tador retoño, se enorgullecía con el relato de sus juvt- 
niles desafueros. 
Algunos encontronazos se dió el joven Serafín con el 
juez de guardia, y más de una vez fué su padre a $4" 
carle de donde no debiera haber salido, para bien de 12 
sociedad y sosiego de las familias; mas el dinero y la 
influencia de cierto cacicote de mucho empuje y campanl- 
llas en las altas esferas, dejaron impunes sus fechorías 
sin que nadie le volviese la espalda, porque todavía el 
tipo de valentón y arriesgado encuentra fervientes par 
tidarios y admiradores. Ya un día estuvo Serafín a P! 
que de acabar sus hazañas en presidio, pues habiéndosele 
ocurrido ir de francachela con sus amigotes y tres o cuá- 
tro muchachas a la finca que su padre labraba junto 2 la 
orilla del caudaloso río que por allí corre, después del al- 
muerzo y el alcohol mediante se promovió tremenda 
disputa por cuál era el preferido de una de ellas, Y el
	        
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