Full text: La olla grande

108 E. GUTIÉRREZ-GAMERO De 
”y de dos testigos, abrieron la puerta por los procedi- 
mientos que en tales casos se emplean, y cogieron a los 
"incautos de manera que no había motivo de duda. 
”Cuéntase que en el paroxismo de su furor quiso el ma- 
”rido agredir al galán, y añádese que la intervención 
"de la autoridad judicial pudo, a duras penas, impedir 
"las vías de hecho. Los delincuentes fueron conducidos 
”al Juzgado.” 
Y ahora viene la parte activa que yo he tomado en 
el acontecimiento. Me leyeron el suelto en el Suizo Y 
me refirieron lo que acabo de contar, dándome los nom- 
bres de los interesados y, a la mañana siguiente, re- 
cibí un aviso de don José María Portales para que anti- 
cipase la hora habitual de mi presencia en la oficina. 
Hallé a mi jefe en la situación que pueden ustedes figu- 
rarse. 
— ¿Usted sabe lo que me pasa? — me interrogó en 
cuanto éstuvimos cara a cara. 
— Lo sé — respondí. 
— ¿Y no es cosa de coger a mi hijo y deslomarle? 
— Unos cuantos mojicones no ie vendrían mal. 
— ¡Y a estas horas todo Madrid se habrá entera- 
do!... ¡Vamos, si lo que a mí me sucede es para desespe- 
rar al más paciente y al más... — Y al llegar aquí se 
quitó el gorro y lo arrojó contra una butaca. 
— ¡Calma, señor don José María, mucha calma, que 
con destemplarnos no adelantaremos nada! Carlitos 
no ha de perder proporciones porque le hayan cogido 
con una buena moza; y después de todo... 
— ¿Pero no ve usted lo que el escándalo traerá con- 
sigo? — g 
ritó desaforado mi jefe interrumpiéndome Y
	        
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