Full text: La olla grande

168 E. GUTIÉRREZ-GAMERO 
e 
porque además se me ha vuelto celoso como un turco; 
pues a los ocho días mandó a paseo las aguas y S6 plan- 
tó en Madrid. ¡El caballero no podía vivir sin Su Ja- 
cinta! ¡Una atrocidad! 
— A mí me sucedería lo mismo. 
—- ¿Cómo? 
— Si tuviera la desgracia de estar enamorado de 
usted. 
— Pues de todo tiene usted la culpa. 
— ¿Yo de que Carlitos no pueda vivir sin su Ja- 
cinta? 
— No. De que no hayamos puesto el remedio 
usted mismo indicó. ¡Yo estaba decidida, aunque cos” 
tándome el mayor sacrificio de mi vida! 
que 
grandí- 
— Y yo cumplí lo prometido hablando con ; 
las mi8 
simo interés a mi jefe; pero éste juzgó exageral 
palabras y no me hizo caso. Puede usted creerme. 
—G$Si se ha vuelto muy raro. ¡Parece imposible! 
¡Un hombre tan rico y tan miserable! Hay que darle 
un tiro en el codo para que abra la mano. Cuidado que 
yo gasto poco y no soy caprichosa; pues un antoj0 
que tuve le costó a Carlitos la gran pelea con su padre: 
— ¡Ah! ¿Fué por eso? , 
— ¡Fenomenal! Vi una pulsera lindísima en la J0- 
yería donde he comprado algunas cosillas, lo supo Cat- 
litos y me la regaló. Naturalmente, llevaron la fac" 
tura a la caja, y ¿creerá usted que don José Maria 
Portales no quiso pagar mil miserables pesetas, ze que 
le armó a su hijo un escándalo mayúsculo? ¡Como bai 
ted lo oye!... Nada, que tuve que devolver la alhajé
	        
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