E. GUTIERREZ-GAMERO
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algunos meses pudo tener remedio vendiendo las accio-
nes del Trust y abandonando la jugada en alza. Enton-
ces se hubiera quedado don José María con una pequeña
fortuna, así como de cinco o seis mil duros de renta,
pero hoy... imposible, Los vencimientos se nos echan
encima y tendremos que presentarnos en quiebra...
a todo esto venga gastar dinero en memeces y vengan
lujos, cual si nadásemos en la abundacia... Aquí $
lleva la misma vida de fausto y despilfarro de siempI
porque la única preocupación de estos señores €8 apa-
rentar riqueza, codearse con la aristocracia y eclipsal
a los poderosos... En la ausencia de usted hemos dado
dos soirées sólo porque dió otras dos el marqués de la
Rinconada, el jefe del grupo bancario que hace la gue-
rra al Trust, y era preciso dejarle tamañito. Pues las
dos nos han costado diez mil duros. ¡La picada de un
mosquito!... ¡Solamente por las flores que trajimos de
Valencia aflojamos siete mil pesetas!... ¿Que si tenía-
mos dinero en caja? ¡Ni un centavo!
— Pero don José María...
— Yo no sé cómo vive don José María, amigo Mon-
ue apenas
turque. Yo creo que se va a volver loco, pora
yyle
duerme y jamás descansa. Una vez me permití hacé
tímidas advertencias, y ¿sabe usted lo que saqué? Pues
primero me echó una mirada compasiva, y luego M6
volvió la espalda.
— Tendrá algún negocio que le salve.
, a gu
— Tiene esperanzas en dos que le ha inspirado
4 na » Ai ar
amigote el Ministro de Hacienda. Ambos le podrían de
todo lo que ha perdido y algo más... 1
e
— Entonces — interrumpí — comprendo que