Full text: La olla grande

LA OLLA GRANDE 177 
— No lo dude usted, amigo mío. Ya conozco que 
Purita no ha sido una virtud espartana, ni yo la he en- 
Contrado en las Ursulinas; y, sin embargo, si usted su- 
Piera los comienzos de la vida de esa pobre muchacha, 
“omprendería sus extravíos, de que es irresponsable — 
(¡bien te ha engatusado! díjeme con el pensamiento). 
—¡ Que ha tenido amantes! — continuó Portales. — ¿No 
Se casa uno con mujer viuda, a quien otro ha iniciado 
€n los misterios del amor, y la parece bocado exquisi- 
to? Pues, ¿qué más da viuda de uno que viuda de cua- 
tro? — (Por preguntar estuve a mi jefe si habían fa- 
llecido los cuatro maestros de la Puri, antecesores su- 
YOS.) — ¿Y no hay muchas mujeres que si han entre- 
gado las primicias de su cuerpo no así las de su alma? 
— Las hay — dije para contestar su pregunta. 
.. “—Pues testa es una de ella, y de tal modo me he 
ido persuadiendo de que a nadie más que a mí ha que- 
Fido, que he acabado por enamorarme por la primera 
Vez de mi vida... 
— Algo tarde... 
— Tiene usted razón, amigo don Teodoro. Me casé 
allá en Cuba, no por amor, sino por conveniencia. Lue- 
80, el tráfago de los negocios, el ansia de hacer dinero, 
Mucho dinero, absorbió mi vida entera, sin dejarme es- 
Dacio Para pensar en otra cosa, y hoy, a los sesenta 
Y cinco años... 
— Ha caído usted. 
,.— He conocido sensaciones que yo ignoraba; el ca- 
"ño cuidadoso de todos los momentos; la dulce solici- 
UA de un corazón amante... 
"— Ahora lo comprendo todo — atajé, como si fuera
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.