Full text: La olla grande

248 E. GUTIÉRREZ-GAMERO 
figurado usted que las grandes fortunas se labran Y 
componen de otra manera? ¿Acaso piensa usted que el 
que logra poseer quinientos o seiscientos millones los 
reúne amontonando pizquitas? Para llegar a semejan- 
tes alturas no existe más procedimiento que sacar to- 
dos los días los redaños a los humildes o engullirse de 
una sentada a los poderosos; y esto por tres medios sen- 
cillísimos, y al alcance de todas las inteligencias, a Sa- 
ber: la accesión, la ocupación y la usurpación, con las 
diferentes combinaciones que ellos permitan. 
— Será cierto lo que usted dice, y, sin embargo, toda 
mi sangre se subleva ante tamañas pillerías — repuse 
ya con más flojedad, porque en el fondo las ideas de 
Fineza algo y aun algos concordaban con las mías; Y 
si bien el tal Cañizares olía a truhán redomado a una 
rara de distancia de su oronda persona, en cambio Potr- 
tales me resultó un inocentón de a folio, pues que eN 
La Habana aprendió, y hasta hubo de emplear, los me- 
dios encomiados por Fineza. 
— De lo cual se desprende — concluyó el cajero, 
que nosotros, no habiendo sabido utilizar ese infalible 
sistema, debemos pronto buscar substitución de amo, 
para no quedarnos a la luna de Valencia y... el muerto al 
hoyo y el vivo al bollo. ¡La picada de un mosquito! 
En esto nos hallábamos cuando sonó el timbre 4 
me llamaba junto a don José María. Entré en su despt- 
cho, cerró él la puerta, y después de larga plática, salí 
camino de la casa de don Pablo Cañizares, provisto de 
plenos poderes y encargado de un paso mucho más al- 
duo que el de La Habana, sin duda creyendo mi jefe que 
mi buena mano, en la ocasión aquella, demostraba esp” 
— 
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