O ho LA E OLLA GRANDE LE
echo en una zanja que está a dos pasos de la tapia, —
"epuso mi hombre, y arrugó más el entrecejo.
— Supongo que luego cerrará usted bien el postigo;
DOrque si se le olvidase esta precaución pudieran entrar
Adrones, y...
. —No pase cuidado, señorito. Cuando acabo mi tarea
Clerr O muy bien... ¡Y como siempre llevo la llave con-
SIg0, Ye
¡Ah! Ya sé lo que quería saber, lo que con mi sola-
bado interrogatorio te he hecho confesar... ¿Conque
Sas la llave consigo? ¿Conque tú, hombre que no mira
eoechas y que habla con trabajo, cual si temiese des-
lr sus aviesas intenciones, eres el que tiene en su
e seguridad de esta casa?... Sin añadir más me
“e aquel sitio, ya en posesión de la ansiada pista,
mo una calle creí notar, con el rabillo del ojo
“Pdo, que el sospechoso jardinero miraba al hotel y
eta señajos a alguna persona que estuviese en acecho
Wrás de las ventanas... Y con la mosca en la oreja
* fuí a la calle a coordinar mis ideas y a trazar mis
Daralelas.
x ES fuga realizaríase indudablemente de noche, cuan-
res hubiesen tendido su negro manto envol-
a dle SA tinieblas. Según lo que me
irían o de 9 a de E ke 2... las ya ES pajas
atro ni a reunión alguna, y en este caso a eso
os iríanse 8 sus respectivas habitaciones; y en
a don José María y a Carlitos, no daban la vuel-
a E hasta las tantas. La servidumbre recopíase
oi rd Pues que las damas, y sólo el portero y el men-
ayuda de cámara, ambos en un chiribitil conti-