Á DIA M. SS,
La cifra es realmente espantosa, 12.000 prisioneros han
muerto, lo reconocen los propios paraguayos. 12.000 hombres
murieron sin lucha, abandonados por la civilización. Estaban
en medio de energías al servicio de la destrucción, ¿quién iba
ocuparse de ellos, que se negaban a ser destruidos? Dos
naciones enteras permenecían en pie para matar hombres,
¿cómo pensar en éstos que no querían morir? 12.000 hom
bres .muertos, sin lucha. 12.000 dejados de la mano de Dios.
¿Cómo murieron estos hombres? Da vergúenza decirlo:
murieron de sed, murieron por falta de medicamentos.
Los ejércitos del Chaco han sido alimentados miserable-
mente. Una ración de porotos con grasa, una galleta, cons-
tituía muchas veces un regio banquete. Este rancho y un poco
de mate, lo hemos visto servir en medio de la paz, a dos
meses de firmado el protocolo. ¿Qué comerían esos hombres
durante la guerra, en las acciones difíciles, en los puestos de
avanzada, donde no era posible llegar con los convoyés de
aprovisionamiento? Sólo los que han sobrevivido podrán
decirlo,
Piénsese entonces qué es lo que podría corresponder a los
prisioneros. Al menos hasta que esos prisioneros llegaran
“a las poblaciones Puerto Casado, Puerto Pinasco— que
quedaban a centenares de kilómetros de distancia del frente,
separadas por el monte árido e inhospitalario, sin agua, sin
zonas de cultivo o de hacienda, totalmente desiertas de toda
población civilizada. En esos caminos han quédado la mayor
porte de los prisioneros. Muertos de hambre. Muertos de
sed. Diezmados por las enfermedades.
Eu muchos casos, antes de ser enviados a las poblaciones,
los prisioneros eran utilizados para la construcción de terra-