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FRANCISCO DE LAS BARRAS DE ARAGÓN 123
dios de desarrollar con amplitud la vida social. A la vez
dispuso que se hicieran otros Estatutos más en armonía con
su tiempo, y en ellos todo lo relacionado con el estudio
e investigación científica, no sólo se conservó, sino que se
amplificó, siendo de este tiempo la publicación de los di-
ferentes tomos de anales de la Sociedad que salieron a luz.
El cargo de Anatómico había sido siempre en pro-
piedad; los de Químico y Matemático eran electivos y nunca
alcanzaron gran importancia. El de Botánico era indis-
pensable para la enseñanza de la Farmacia y por el im-
perativo precepto de formar un jardín de plantas medici-
nales. Esto motivó el que se anunciara a oposición la plaza
de Botánico.
A ella se presentó un solo opositor, D. Antonio Ra-
mos, boticario examinado, a quien sus desdichas económicas
habían llevado a sentar plaza de soldado de caballería en
el Regimiento Provincial de Sevilla, de guarnición entonces
en Sanlúcar de Barrameda. Ramos hizo las oposiciones y
fué encargado de la enseñanza de la Botánica y de fundar
el Jardín, que clasificó por el método de Tournefort, rea-
lizando varias excursiones, una muy importante a Sierra
Nevada.
La falta de fondos en la Sociedad, dejando a D. An-
tonio Ramos sin medios de subsistencia, fué causa de que
tuviera que renunciar la plaza, pero subsistió el Jardín,
cuidado por un jardinero, hasta que, años después, y cuando
ya estaban vigentes los nuevos Estatutos, y se cobraba
la consignación fija, tras de varias tentativas, en una de
las cuales fué nombrado el eminente botánico D. Juan
de Cuéllar, que renunció sin tomar posesión, por ha-
ber sido destinado a Filipinas, donde tanto se distinguió,
acabó por obtener el nombramiento, y venir a Sevilla, el