140 QUIEN NO VIÓ A SEVILLA...
y de Los Reyes Católicos libertando a los prisioneros en
la conquista de Málaga, sus obras artísticas principales,
pintó además multitud de otras bellísimas, de pequeñas
proporciones. Fué genial y delicadísimo en sus creaciones
pictóricas, y como persona, todo un cumplido caballero...
de otros tiempos. Su cadáver, cubierto de flores por sus
discípulos, fué depositado en su sepulcro. ¡Séale la tie-
rra ligera, ya que en ella tanto le hicieron sufrir los
hombres!
Uno de los primeros discípulos de Cano fué Francisco
de Vega y Muñoz, joven y malogrado artista sevillano,
que, en su corta carrera en la vida, dió hermosa muestra
de su gran númen artístico-religioso. Su bellísimo cuadro
titulado Primer milagro de San Lorenzo, es el reflejo de
su alma piadosa y amante del Arte cristiano.
Francisco Peralta fué otro de los aventajados discí-
pulos de Eduardo Cano; el cual, influído también por la
delicadeza del maestro, dejó en sus cuadros impreso el sello
de la distinción y la elegancia. La Aparición de los Án-
geles en el Santo Sepulcro a las Marías, es una mues-
tra de lo que decimos. Después, en Roma, se apartó, desgra-
ciadamente, del buen camino en el Arte; y vino a morir
a su Sevilla aquel que salió de ella joven y gallardo, para
volver, anciano y triste, a ser luego depositado en la tumba
del padre que tanto lo amó.
Otro de los más aventajados discípulos de Cano fué
Pedro de Vega, pintor que murió siendo monje trapense.
Su último cuadro representa al Prior de la Orden ofre-
ciendo a la Virgen el anteproyecto del monasterio e iglesia
de la misma. Figuró en Madrid en una Exposición Na-
cional.
José Villegas... ¡Paso a la luz y el color!... ¿Para qué