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Del alba fresca la incensada pompz,
La golondrina inquieta desde el techo,
Bronco clarin del gallo; eco de trompa,
No mas los alzan del humilde lecho.
No arde el trogar para elios, ni á la tarde:
Se afana la muger, ni á su regreso
Los hijos balbuciendo hacen alarde
De trepar sus rodillas por un beso.
¡Como Jas mieses á su hoz cedian,
Y los duros terrenes á su arado!
¡Cuan alegres sus yuntas dirigían! i
¡Cuantos bosques sus golpes han doblado! á
No mofe la ambicion caseros bienes,
Y obscura suerte de fatigas tales;
Ni la grandeza escuche con desdenes
Por humildes; del pobre los anales.
Boalo del blazon, mando envidiable
Y cuanto existe de opulento y pulero
Lo mismo tieue su hora inevitable:
La senda de la gloria vá al sepuleso.