Full text: El puño

puesta. Otra cosa sería si me permitiera marchar, con- 
cediéndome una hora de ventaja. 
—De todos modos, no podría usted romper el 
cordón que mi gente forma en torno a la casa. 
En aquel momento oyóse en el silencio de la no- 
che que se abría una puerta. Al poco se apercibie- 
ron pasos que se acercaban. Las cortinas se desco- 
rrieron y la joven se presentó en el umbral de la 
puerta. Estaba horriblemente pálida. Krag se dijo 
que su reaparición no significaba para él nada bueno. 
Tardó un rato en poder hablar. Luego dijo al 
hombre del bastón de marfil : 
—Ese hombre miente. Ni un solo policía se en- 
cuentra en las inmediaciones. 
—(¿Es eso verdad, Lina? 
—Muy cierto. Acabo de recorrer el patio, el jar- 
dín y la calle también; todo en redondo. 
—Pues vete a tu dormitorio y déjame seguir a 
solas con este hombre, que me es altamente intere- 
sante. 
Volvió a levantar el revólver a la altura de la ca- 
beza del detective. 
La joven abandonó la habitación, lanzando a 
Krag una mirada de desprecio y compasión a la vez. 
126
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.