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XVI
El abrió la puerta de par en par y salió. Ya la
luz del nuevo día dejaba distinguir bien los objetos.
Abajo, en el patio, descubrió unas huellas profun-
das y se dijo: “Por aquí ha saltado Krag.” Las pisa-
das de éste podían verse perfectamente por todo el
camino, hasta la valla. Pero ¿adónde había dirigido
luego sus pasos?
Mandó que se llegara el guardia que le había co-
municado las instrucciones de parte de Krag, y le
dijo:
—«¿Por qué se marchó él tan de repente?
—No lo sé—respondió el otro—, Soltó, al par-
tir, una furiosa maldición, sin duda porque viera ahí
abajo, junto a la puerta, algo que le molestara.
—¡Ah! ¿Conque la puerta estaba abierta?
—SÍ.
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