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Sorata, es otro tema de conversación fuera
de lo común de todos los días. La coma-
drería es tan corriente entre ellos eual en
cualesquiera colectividad civilizada, y €o-
mo el indio aymara es por naturaleza de
'arácter pendencie:o y rencoroso, las riñas
con palabras y hechos no son raras. Pa-
ra semejantes disenciones siempre hay pre-
texto amplio. Cuando se recogen las co-
sechas se practic el robo con diligencia.
Son tan pillos unos con otros como con los
dueños de la isla, y sabemos del caso de
un hombre viejo, quien tuvo que estar en
pie noche por noche con un frío el más
crudo y en campo raso, para cuidar su Cco-
secha de papas,
Durante nuestra estancia tuvimos oca-
sión de curar a un grupo de indios, todos
de la aldea de Kea, quienes se habían mal-
tratado unos a otros con pretextos log más
fátiles. Pero la gran oportunidad para
exhibir proezas es con los vecinos, los 1n-
dios de la hacienda de Yumani. Estos
ndencieros como los de Challa
son tan pe
Y»
aunque mucho menos numerosos, pro-