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ros. Los guardan para ciertas ocasiones
de fiesta, en las cuales gasta a manos ]le-
nas en bailes y orgías. También oculta
para otro fin. El indio está acumulando
lentamente aun armas de fuego. En la
isla, los revólveres no son de ninguna ma-
nera raros, tampoco es la munición. El
estado de disgregación de la sociedad in-
dígena, su segregación, sostenida también
después de la ocupación española, hacen
un levantamiento muy improbable; pero si
alguna vez pudieran unirse, la situación
de Bolivia y de la sierre peruana podría
tornarse sumamente crítica.
Estos son los motivos principales por
qué el indio está tan deseoso, cual he afir-
mado antes de asegurar dinero. También
lo usa como moneda corriente en sus tran-
sacciones diarias. Pero hay una sustan-
cla que aun aprecia más, por ciertos moti-
vos, que el oro o la plata, y ella es la co-
c4. Las hojas secas del Erythrowilon co-
ca, un producto de tierras cálidas, es en
muchos casos un incentivo mayor para el
indio que el de vender o trabajar por di-