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co sin mangas, hechos de la piel de un ja-
guar. También están representadas las
formas animales en los fetiches llamados
“mullu”, tan extensamente acarreados por
la curiosa logia de indios curanderos, mé-
dicos y prestidigitadores llamados “Calla-
huayas”.
Los Callahuayas hablan el idioma
quichua. (1 Sus hogares están en la pro-
vincia de Muñecas, al Este del Lago, la
cual está en parte habitada por aborígenes
que hablan el quichua (2 En la Isla se
les llama a veces “chunchos', pero no se
parecen en nada a los indios de Jos bos-
ques, excepto en cuanto a que pretenden
(lo que es probable sea cierto) que algu
nas de sus yerbas medicinales sean recogl-
das en la montaña o bosques, donde las tri
bus salvajes [llamados con frecuencia
chunchos, colectivamente) viven y vagan.
Los Callahuayas son grandes e intrépidos
buhoneros; se alejan en sus viajes a las
costas oriental y vccidental y lo mismo se
puede encontrar a un callahuaya en Bue-
nos Aires, como en La Paz, Copacabana o