249
sus “buenos” vestidos, y cada una tenía su
lio característico amarrado al cuello. Aun
no hemos podido obtener una explicación
satisfactoria de esta costumbre que parece
ser antigua.
En la isla de Titicaca el 25 de julio,
fiesta del santo patrón de Challa, sólo se
pudo celebrar parcialmente. Pero anima-
mos a los indios a bailar durante la tarde.
Antes del medio día vino un grupo pare-
cido a los Chirihuanos en su traje, pero
llamados “Pusippiani”, (9 vino a la capilla
a bailar y tocar sus pífanos y bombos de-
laute del edificio. Siguieron los Chayl!l pa,
y, más tarde, además de estos dos grupos,
se presentaron los kenachos y chacananis.
En muy corto tiempo se llenó el patio de
la hacienda de danzantes, con o sin traje
oficial, y el mismo ruído y vocinglería, aun-
que relativamente menor, que en otros lu-
gares y reuniones más grandes. Prevale-
ció el habitual desprecio por la simetría y
armonía, demostrando que la algazara dis-
cordante y los movimientos irregulares son
inherentes a la mavor parte de los bailes