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(g) Marcuni (19) que termina en el punto
Uajran—-Kala (18). Es en Collcapata y
Ciriapata donde encontramos el mayor nú-
mero de enterratorios que los indios decla-
raron ser chullpas. En Collcapata hay
una porción de cistes de piedra de los que
abrimos veinte y tres, encontrando intac-
tos solamente cuatro. Con la poca dife-
riencia de unas pocas pulgadas en exten-
sión y profundidad, son parecidos a los ya
descritos de Kea-Kollu Chico. Los más
de ellos habían sido robados por los indios
desde hace mucho tiempo, la posición de
las calaveras que quedan nos hace sospe-
char un reenterramiento. Los artefactos
estaban limitados a la alfarería de la clase
más tosca y a algunas herramientas de
piedra. Grandes caracoles, llamados
“cehuru” se encontraron en algunos (Y,
Los cuatro cistez bien conservados no te-
nían tapas y la sepultura misma —la fosa
emparedada con bloques y lozas toscas—
comenzó a una profundidad que variaba
diez y seis y diez y ocho pulgadas, mien-
tras que la hondura de los cistes fluctúa