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riores del Pilko-Kayma, varían de espesor
entre diez y ocho y veinte y dos pulgadas
y a cortas distancias las unas de las otras,
La albañilería es regular, las piedras es-
tán colocadas en filas irregulares, rom:
piendo,a veces las juntas, y los cantos son
de todo tamaño imaginable, quebrados
meramente, no cortados o pisados. Capas
delgadas de barro forman sus junturas;
de abi que su aspecto no sea tan atrayente
como, por ejemplo, la paredes de piedra
de Cacha, más cerca del Cuzco, o la titu-
lada “casa de Atahuallpa” en Cajamarca.
Pero, puesto que hay todo motivo para
creer que encima de estas paredes toscas
hubo un revestimiento de areilla, pintado,
además, podemos considerar el aspecto ac-
tual del edificio meramente como el esque-
leto de su estado original.
El piso bajo, como podríamos llamar-
lo, está dividido en once departamentos,
tres patios interiores, y un espacio en el
frente del lago, respecto del cual, no ha-
biendo techo y quedando sólo una porción
considerable de basura, no me aventuro a