— 602 —
'““mamaconas” para designar mujeres des-
tinadas a atender ciertos ídolos o fetiches,
no menciona ninguna reclusión forzada ni
voluntaria de su parte. Pero lo que po-
seemos hasta aquí de la obra de Betanzos
es, desgraciadamente, un fragmento.
Cieza, que vino al Perú por lo menos
ocho años más tarde que Betanzos, es qui-
za el panegirista menos crítico de la lla-
mada “civilización” incaica del siglo diez
y seis. En la Segunda Parte de la Crón:-
ca, pág 160, habla de las mujeres reclusas
de la manera siguiente: “A las puertas
destas casas estaban puestos porteros que
tenian cargo de mirar por las vírgenes,
que eran muchas hijas de señoros princi-
pales, las más hermosas y apuestas que se
podian hallar; y estaban en el templo has-
ta ser viejas; y si alguna tenia conocimien-
to con varon, la mataban Óó la enterraban
viva, y lo mismo hacian á el. Estas mu-
jeres eran llamadas mamaconas; no enten-
dian en mas de tejer y pintar ropa de la-
na para servicio del templo y en hacer
chicha.? Previamente (pág. 68) entre las