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del tipo cuzqueño, corrobora las afirmacio-
nes de que en ciertos sitios, ocupados hoy
por habitaciones y construcciones de igle-
sias, existieron más antes, ruinas incaicas. (*
En Yumpupata, se sacaron bloques de ple-
dra cortada [andesita ], parecidos a los que
están cerca de la Roca Sagrada, de entre
ruinas indefinibles. Por último, el mismo
sitio de Copacabana estaba ocupado en par-
te por edificios incaicos. (* De todos estos
lugares el Museo ha recibido, por nuestro
intermedio, antigúedades del tipo incaico.
Hay, en la península de Copacabana, asien-
tos tallados en la roca. Un gran grupo de
estos están en las mismas puertas del villo-
rrio. Los indios aymará de hoy los llaman
«intikala», piedra del sol. Entre los habi-
tantes de habla española, el termino «tribu-
nal del inca», es corriente, y al curioso
mirador de la cumbre rocallosa, al Oeste
del sitio, se le dá el nombre de «horca del
inca». En pocas palabras, no cabe duda
que Copacabana fué una colonia antigua,
probablemente con más habitantes que am-
bas islas juntas, y no de carácter tan exclu-
sivamente cuzqueño o incaico. La tradi-
ción dice que los colonos de varias tribus
peruanas habían estado avecindados allí, (*
y lo que da visos de verdad a esta aserción,