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Al principio del siglo diez y siete la
busca del renacimiento de ceremoniales
primitivos entre los indígenas peruanos se
tornó no solo más activo, sino más metodi-
zado. El jesuita Josef Pablo Arriaga fué
uno de los principales organizadores de esa
investigación. Su propia obra Exrtirpación
de la Idolatría en el Perú, (P fué impresa
en 1621, y, mientras es del más alto valor
para el conocimiento etnológico, en gene-
ral, no contiene alusión al folk-lore rela-
cionado con la isla de Titicaca. Lo poco
que se sabe sobre los dos libros escritos
por su colaborador, P. Luis Terhuel, tam-
poco ofrece material para la investigación
actual. (* El silencio de Arriaga sobre las
tradiciones de la cuenca del Titicaca no
debe sorprendernos. Arriaga fué, oficial-
mente, el alma que dió movimiento a la
busca de ritos y creencias indígenas de una
manera metódica, y su libro es más bien un
manual de esa busca que un tratado de
ritos. Con tal motivo contiene muchas y
valiosas descripciones de costumbres, que
todavía estaban en vigor, pero sólo como
ejemplos. Para la mayor parte de los deta-
lles se refiere a informes especiales de «visi-
tadores» locales, algunos de los cuales,