Full text: Mr. Adolfo F. Bandelier y sus investigaciones en el continente americano

ticado, tiene tales montículos altos artificiales en cuanto abarca su área; al- 
gunos de óstos muestran vestigios de menores construcciones en la cúspide 
ó en los costados, mientras q? otros han llegado á tal estado de destrucción, 
á punto que ya no es posible determinar dónde se levantaban edificios de 
cualquiera género. En el valle del Rimac y en aquellos lugares del de 
'rujillo y de Chicama donde la plataforma artificial ó los reductos con 
plataforma se presentan caracterizando un tipo, el estudio de su estructu- 
ra era frecuentemente posible. Mr. Henry Bruening, uno de los amigos 
de Bundelier, á la vez que colaborador (hoy de regreso á Alemania), tuvo 
ála vista varias de estas construcciónes perforadas hasta el fondo confor- 
me 4 la indicación de Bandelier, y la masa probaba invariablemente, cual 
se habia notado en la hacienda de Lince, de Lima, y en otras partes, que 
ello se componía de un tejido de paredes de adobe, que formában á la vis- 
ta nomerosas cámaras, pero que en la realidad estaban del todo rellenadas 
eon tierra y cascajo, consultando la mayor ó menor conveniencia de uno ú 
otro material. 
«El interior generalmente es de arena, y la tierra menuda era esco- 
gida de manera 4 hacer el suelo más á propósito para el cultivo y despues 
usábase para solidificar las bases sobre las cuales los indios edificaban sus 
moradas. Al rededor de los muros de adobes rellenados con tierra Ó gre- 
da, una capa de adobes, por decirlo así, de mayor Ó menor espesor, era 
construída, colocando tal cubierta ó capa de manera á formar un plano 
inclinado, lo que daba al paralelo un remate en punta en su estremidad. 
Este modo de constucción (que asi mismo dá una explicación á los mon- 
tículos artificiales con espacios d cámaras interiores en el valle de Gila, Ari- 
zona, considerados como casas de varios pisos, cuando se les descubrió por 
primera vez), así como el mucho espesor de los muros, 4 no dudarlo deben 
su orígen á la frecuencia y recios socudimientos de los temblores de tierra 
de la costa del Perú. 
«En el mismo centro de tales montículos cuado han sido prolija- 
mente excavados ó removidos, se han observado rasgos que recuerdan de 
manera irreplicable la costumbre de los indios «lel Nuevo Méjico, de dar 4 
cada objeto inahiimado su cora ) A veces columnas redondas forma- 
ban algo como'un nicho interior; en otras, una cámara ó espacio reducido 
] vo muy notable y de 
S 
contenía urnas Ó jarras con granos de malz. Un ra 
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mucha significación fué observado por el explorador en un parapeto casi 
en tuina de Chanchan. El corazón de esta construcción, cuando se le 
puso á des 'ubierto, mostraba dos bien conservados altares de adobe. En 
artimientos interiores encuéntranse figuritas de metal, de arci- 
estos com] 
Iempre. Los má 
Ha, ó de madera, y esto casi hallazgos que en 
> l 
esta materia se han hecho en las 1 
11as del Perú, imeros tiempos, 
provenfan del «corazón» de una ú otra de estas construcciones elevadas ya 
descritas. 
«El tamaño de algunos de estos montículos es de dimensión descomu- 
tala el parapeto de Cholula, 
nal. Mn periferia posib e ninguno de ellos 
pero Varios se aproximan 2 6ste en cuanto 4 la altura. Las mayores en 
anchura de estas construcciones son las conocidas con el nombre Huaca
	        
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