Full text: T. 80.1933=Nr. 292-295 (1933008000)

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NOSOTROS 
muertos masculinos, hubo un exceso numérico de mujeres,.los 
valores cambiaron, la familia se desorganizó. 
Frente al “poilu” de regreso de las trincheras se levantaban 
sólo ruinas. ¿Acaso no quedaba la propiedad, base de la Demo- 
cracia? No. El primer golpe que la azotó fué la inflación moneta- 
ria que dividió por cinco a todas las fortunas, y el segundo fué 
la prosperidad. Sí, aunque parezca un contrasentido, la prospe- 
ridad terminó con la riqueza. Se creyó que el mundo iba a con- 
tinuar adelantando a toda marcha y los más timoratos empezaron 
a perder su desconfianza cuando vieron que algunos se hacían 
ricos de un día para otro. Entonces no se quiso más trabajar para 
ser rico, se perdió la noción del valor real del dinero, y a la riqueza 
fruto del trabajo y de la economía suplantó la que sólo depende 
del juego. 
La juventud se desorientó en un mundo edificado según 
reglas pretéritas, que no respondían a las necesidades del mo- 
mento. Para no pensar y reaccionando contra el poco valor que 
se le había dado al cuerpo, implantaron el culto al físico. Em- 
ezaba la Era del Deporte. 
En aquella época de dislocación y transformación, el indi- 
viduo no puede soñar en el mañana. ¡Mañana! ¿de qué estará 
hecho? Abre los ojos y ve fuerzas gigantescas que se mezclan 
en una lucha apocalíptica. Pulverizan al hombre, y el supervi- 
viente, desorientado y lleno de espanto, no tiene ánimo para 
profetizar. 
Además, todo acontecimiento le sorprende. Cree leer en un 
libro incoherente y a cada frase sus ojos deslumbrados pierden 
contacto con la realidad. Ninguna situación responde a su es- 
peranza. Una sola certidumbre le queda: todo seguirá descon- 
certándolo. 
Y entonces, por cobardía, para aturdirse, se esfuerza por 
vivir más deprisa y se refugia en los placeres que por lo menos 
no le mienten. La sensación, lo únmico.que permanece después 
del maremoto que arrasó las morales y las ideologías, la sacu- 
dida que hiere sus nervios es una realidad —la única verídica. 
Y esa motestia que se apodera de los que regresaron de la 
línea de fuego es debida a la imposibilidad en que están de uti- 
lizar , sus espíritus nuevos. Porque de todos los que fueron al
	        
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