EL CULTO DE LA SENSACION 143
frente, ninguno regresó: hubo algo totalmente cambiado en sus
almas. Y a esos hombres nuevos les fastidiaba la vida que se
les obligaba a llevar. ¿Cómo —dirán ustedes— terminada la pe-
sadilla de muerte, qué más quieren?
¡La Guerra! más o menos sabían lo que era, y aun igno-
rándolo, al penetrar en ella ya se encontraban en medio de la
correntada y no les quedaba otra cosa que hacer sino dejarse
arrastrar. Es tan fácil: no se piensa, no se debe pensar: ¡qué
descanso! Al principio, una idea: vencer. Después: vivir, Fi-
nalmente: “je m'en fous”, ¡qué me importa!
¡La Paz! ¿qué sería esa paz en este mundo que no reco-
nocen? Al principio se embriagaron con la vida, pero el efecto
de este alcohol pasa pronto ¡y existen las necesidades! —en el
frente no se pensaba en eso... Empiezan a vivir— el pensa-
miento. Es menester pensar, obrar... ¡Ah, obrar para vivir!...
Antes, durante la guerra, para vivir no se debía obrar, se debía
estar quieto, silencioso en el fondo de una trinchera o de un
hoyo lleno de barro, la nariz sobre la gleba grasosa que olía a
cadáver, la mirada topando contra la rigidez obscena de un
muerto, contra un alambre de púas, un terrón ensangrentado...
Ah, esos momentos en que, vacío; el cerebro, repetían incansa-
blemente los labios: “¡ Aún vivo... aún vivo!.. 1” ¡Sí, esos mo-
mentos poseían su dulzura áspera y tremenda!... ¡ Y las or-
gías hechas en el campamento, en las ciudades! ¡y esa camara-
dería de las trincheras!
Así pensaba el que regresaba de la más prestigiosa y ho-
rripilante aventura de los siglos. ¡Lo que le envolvía le parecía
tan raro!... ¿por qué pensar?... ¡Obrar! ¿en qué sentido?...
¡ Vivir! ¿si no hay más enemigos?...
La guerra era una cosa horrible... Sí, perfectamente, pe-
ro más fácil: se trataba de destruir, pero ahora, en la paz, se les
convida a construir, es menester construir —les dicen— cons-
truir lo destruído... y por qué? ¿cómo? ¿acaso no se volverá
a destruir?,.,
Además, destruir es más fácil que construir...
“Los talentos nuevos y las esperanzas jóvenes ya no en-