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NOSOTROS
contraron grupos formados y experimentados a los cuales hu-
biese podido llegarse. Cada cual buscó fortuna y se abrió cami-
no sin premeditaciones. Varios derivaron hacia sistemas com-
pletamente excéntricos... El resultado fué una literatura nun-
ca vista en su conjunto, efervescente, acometedora, cargando
con las pasiones más refinadas de la civilización y con el amo-
ralismo natural del primitivo, perdiendo una primera apuesta
de generosidad y talento en un precipicio de egoísmo y avidez.
Y en medio de sus pretensiones, de sus animosidades intestinas,
vivieron sin haber podido hal'ar una apariencia de unidad sino
en las ligas momentáneas de intereses, en coaliciones que vio-
laron el primer mandato de toda moral humana” (Sainte Beu-
ve). Efectivamente, si antes de mil novecientos catorce existia
un culto al Sentimiento que cristalizaba a los artistas en torno
del Simbolismo, en mil novecientos diez y ocho no existe signo
que pudiera servir de estandarte a la producción anárquica e
incoherente de la literatura.
Se me objetará que existe el grupo de la Nouvelle Revue
Frangaise, pero justamente este grupo no es una escuela, no
tiene una doctrina común, no posee cohesión entre sus miem-
bros; sólo es el punto de intersección de inteligencias opuestas.
En él se refleja la anarquía del medio ambiente. Y si desde su
fundación posee un espíritu propio, ese espíritu, lejos de pro-
mover una convicción, una fe, un impulso, tiende a negar, des-
truir y disolver. Todos sus valores son negativos.
¿Y por qué extrañarse? ¿Acaso su director de conciencia
no es André Gide? Debemos reconocer en este maravilloso es-
critor la influencia de los dos astros que presidieron a su naci-
miento: inquietud y turbación.
La Nouvelle Revue Frangaise es una reunión de dinamite-
ros de lo antiguo, de lo que está carcomido. Pero entre ellos no
puede existir un acuerdo para una misión constructora. Faita
solidaridad entre Claudel, Valéry, Fargue, Thibaudet, Mon-
therlant, Alain y Cocteau. No hay fisonomía ni alma. Esos poe-
tas, filósofos, novelistas, ensayistas, no participan de un movi-
miento literario, de una escuela artística; sólo forman un sindi-
cato de va-ores diversos. No percibimos una intención que indique
su clima, ninguna corriente prevalece.