Full text: T. 80.1933=Nr. 292-295 (1933008000)

EL CULTO DE LA SENSACION 151 
inferimos que deberá haber dos tendencias: el suicidio y la zam- 
bullida fuera de lo reat. 
En rededor de ese centro —la sensación— se depositan sus 
corolarios: ausencia de universalismo —cada cual, su sensación—; 
relatividad de lo real, —cada cual, su realidad—; fracaso del yo 
enemigo de la sensación; culto de lo inestable, religión de la 
mentira y de la ilusión, adoración de lo monstruoso en lo mental 
y lo sexual, negación de la inteligencia : Superrealismo. El ob- 
jeto y el sujeto de Kant desaparecieron al confundirse. 
En medio de ese caos de teorías, muchas de ellas más in- 
teresantes que las obras, se levantaron en pocos días formida- 
bles y colosales reputaciones literarias: Pierre Benoit, Morand, 
Montherlant, Delteil, Ramuz, .. muchos con talento y dignos de 
esa ascensión rápida; pero muchos también, fruto de la explo- 
tación comercial de la industria del libro. 
La literatura, producción noble del espíritu humano, fué 
tratada como vil mercadería y se utilizó la publicidad para ala- 
bar las obras, la publicidad, que infló desmesttradamente el va- 
lor de tal o cual escritor en perjuicio de la misión sagrada del 
Arte 
El literato ya no escribía por necesidad de decir algo, sino 
por el afán de lucro. La fiteratura se convirtió en profesión y el 
“artista” se puso al nivel intelectual de un zapatero o fabricante 
de embutidos. 
Las publicaciones literarias que guiaban al público afanoso 
de leer, cobraron una importancia descomunal y para conseguir 
los avisos qué las hacía vivir, la crítica literaria se vió despoja- 
da de su independencia, sin la cual la crítica no es más que una 
palabra sin sentido. Otro mal se desencadenó cuando las edito- 
riales fundaron revistas con el fin de poner por las nubes a las 
cbras de la casa y atacar a las demás, lo mismo que dos cervece- 
tos dicen en sus anuncios: “Mi cerveza es la mejor, la del veci- 
no no vale nada”. 
Ya la literatura dejaba de ser un asunto que interesaba an- 
tes que nada al escritor —don, arte, inspiración: palabras her- 
méticas cubiertas por el polvo de un esoterismo pasado de mo- 
da—; es un producto manufacturado, y para aumentar la pro- 
ducción ya formidable, se instauran primas bajo la etiqueta del
	        
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