EL CULTO DE LA SENSACION 159
ayudaría y que durante la eternidad podrían estar junto a la
amada.
Los modernos no creén en nada de eso, no tienen yo in-
mortal, no firman contrato con Dios, no pueden amar al mismo
ser indefinidamente, hallarse eternamente cerca del ser deseado
les es un suplicio intolerable, ser durante la inmortalidad les
aparece como el colmo de la ridiculez,
Esa muerte con que se carean es más temible y pavorosa
y sin embargo la miran complacidos porque los liberta de su yo.
Y es que para ellos — místicos sin reconocerlo — la sensación
finaliza con lo eterno. Existe una sensación primordial en que
el yo desaparece. De esa creencia nació el “Tiempo hallado” y el
“resucitar en mí al hombre eterno”, de Proust; el “lo que se
había extraviado” de Mauriac ; la conversión de los pecadores,
0 a la teología de Maritain, sino al misticismo de Brémond, a
la sensación directa, física de la presencia divina, contacto otor-
gado por la eucaristía,
Así ya tenemos los elementos cuya esencia formará después
de filtrarlos, escogerlos, decantarlos, una imagen completamente
nueva del hombre y del mundo. Tenemos el Tomismo de Maritain,
el misticismo de Brémond, el radicalismo de Alain, el culto a la
idea de Valery, el corydonismo-marxista de Gide, el exotismo de
Morand, Montherlant, Malraux, Maurois, el liberalismo de Du-
hamel, el trabajo de Hamp, el eclecticismo de Larbaud, lo social
de Bloch, Guehenno, Berl... -
El “Modernismo” muere, y muere por su desconocimiento
del sentido de 1a responsabilidad. La sensación es algo maravillo-
0; amar hoy a una mujer y otra mañana puede teóricamente
ser Muy agradable; pero ¿y los niños? “Todo se vuelve tan sen-
cillo en cuanto desaparecen los niños”; dijo Peguy. Existe una
sociedad, un mundo que nos rodea, que nos envuelve, un método
de razonamiento, una base con la misma estructura que el cere-
bro y que es imposible cambiar.
Y no solamente ese período de la literatura francesa muere,
sino que ya ha muerto. El Viaje al Congo de Gide descubrió la
responsabilidad; Saint Saturnin de Jean Sch:umberger, Les Hauts-
Ponts de Jacques de Lacretelle, Les Hommes de Bonne Y olonté
de Jules Romains, la pubiicación del Dictionnaire Politique et