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NOSOTROS
particularizada, sin hollar un determinado sendero o ser el dis-
cípulo de un determinado maestro o una determinada escuela ;
viviendo con sencillez, honradez y sinceridad su propia vida;
examinando sus propias experiencias y tratando de libertarse, al
fin, de las mismas.
En el caso de la Sra. Besant, la situación se agrava por la
sdad de ésta. La observación ha fijado la ley psicológica que
en la vejez se vuelve a la niñez; es decir, que reaparecen todas
las tendencias y hábitos —malas tendencias y malos hábitos—
de la primera edad, aumentados con los complejos psíquicos de
la juventud y de la edad madura no disueltos. Otra cosa habría
sido la S. T. si a la Sra. Besant se la hubiese conservado para
un cargo honorífico —si bien aun eso no es compatibie con la
naturaleza de la Asociación—; como una reliquia respetable del
pasado; como un recuerdo estimulante de una acción ya reaizada
y que no necesitaba imitadores sino renovadores. Se la eligió
ad vitam en la Presidencia de la Institución. Se la dejó libre de
hacer lo que mejor creyese oportuno; pero todo eso era pura
apariencia. En realidad, gobernaban los más próximos y, de una
manera o de otra, eran los deseos, las conveniencias y las ambi-
ciones de estos últimos los que primaban. Los resultados de tan
anómala situación están a la vista. Todos los organismos que
no se renuevan constantemente. terminan así.
Antes de finalizar, el lector nos ha de permitir que hagamos
una breve alusión personal.
Hubo una época en que nuestra admiración por la Sra.
Besant y muestro acatamiento a sus decisiones eran incondicio-
nales; tanto, que la suponíamos por encima de toda discusión.
Sólo cuando abandonamos la S. T. —y decidimos no volver
jamás a formar parte de ninguna agrupación, de cualquier índole
que fuese— nos hallamos en condiciones de examinar libremente
el valor de todas las doctrinas y la posición propia y ajena, dentro
o fuera de las mismas. Comprobamos entonces que los resultados
a que llega un pensador libre son bien distintos de los reswtados
a que llega otro que piensa y examina a través de un criterio
preconcebido. Esto explica el porqué, a distancia de pocos años,
podamos haber escrito acerca de las mismas personas y teorías
páginas muy contradictorias.