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NOSOTROS
autoridad de maestro seguro de su delicada misión, y entusiasmo de mú-
sico noble y apasionado. Si bien es cierto que sus programas no se dis-
tinguieron por la novedad — faltó en casi todos ellos la página desco-
nocida clásica o moderna — lograron atraer al público e interesar a la
crítica por la alta calidad de los mismos y la admirable forma en que
fueron traducidos.
En el homenaje a Brahms figuraban Doble concierto y Requiem Ale-
mán, En el doble concierto para violín, violoncelo y orquesta, obra de
vigorosa construcción formal, afeada un tanto por un abuso de ornamen-
tos virtuosísticos, obra. escrita teniendo demasiado en cuenta el lucimien-
to técnico-sonoro de los intérpretes solistas, los maestros Pessina y Vila-
clara lucieron su impecable mecanismo y su fina musicalidad. El Re-
quiem Alemán, verdadero monumento sonoro que une a la severa ele-
gancia formal la vibrante fuerza de la inspiración — que se sale a veces
del cauce religioso para caer em una noble teatralidad —, halló en el
maestro Busch el intérprete vigoroso y certero. Las danzas de Salomé
y el poema sinfónico Don Juan de Strauss, especialmente este último,
fueron traducidos por Busch con gran precisión rítmico-expresiva y hol-
cada fantasía lírica.
—E 1 masetro Ansermet- temperamento de músico opuesto al de Busch
-—.€s uno de los más inquietos espíritus artísticos de la hora actual
y el más novedoso confeccionador de programas musicales que haya
actuado entre nosotros, contribuyendo con ello más que nadie a enrique-
cer muestra visión sonora, Dirigiendo a los clásicos no es Ansermet, a
nuestro juicio, un director de la talla de Busch; es posible que el asiduo
contacto con las obras de los compositores modernos que tan bien com-
prende, modernice demasiado su batuta para la interpretación de los clá-
sicos, O tal vez su espíritu tan compenetrado de lo moderno, no sienta
con igual intensidad lo clásico. En nuestro entender, si se hubiera limi-
tado a dirigir obras modernas de las muchas que nos hizo conocer en sus
anteriores actuaciones y que nuca le agradeceremos bastante, su éxito
aubiera sido más rotundo. En sus cuatro conciertos nos presentó uno
como pequeño panorama sintético de la música antigua y moderna, desde
una deliciosa sinfonía de Haydn, hasta la dinámica Sinfonía de los salmos
de Strawinsky; desde la página más pura y delicadamente elaborada en
armonía consonante, hasta el más caprichoso y genial trozo disonante,
Las cerebraciones exquisitas de Debussy — el más fino orfebre de so-
noridades — y las dinámicas inspiraciones de Strawinsky, el más fuer-
te creador de ritmos sonoros de la hora actual, convienen extraordina-
-iamente al temperamento de Ansermet que se complace en presentar
las inspiraciones de estos compositores sin descuidar los más pequeños
detalles de los matices y de la expresión.
—N? es gran cosa lo que puede decirse en favor de la temporada de ba-
llets dirigida por Bronislawa Nijinska, maestra escenógrafa de no
muy caudalosa fantasia y bailarina en decadencia,
Habiendo tanta música hermosa original escrita para ballet ¿a qué
ofrecernos adaptaciones de obras pianísticas de Chopin o Beethoven que,
lirciamente, están refiidas con ese género musical tan de hoy? Silfides
con música de Chopin y Variaciones con música de Beethoven, resultan,
adaptadas al ballet, dos ñoñerías cursis e insignificantes. Los dos úni-
cos ballets ofrecidos dignos de mención fueron Bolero de Ravel,” co-
reográficamente mejor presentado que el año pasado por Boris Roma-
noff, y, Bodas de Strawinsky, una de las páginas más originales y ob-
sesionantes de este compositor. Está toda ella escrita en armonía dicn=