Full text: T. 80.1933=Nr. 292-295 (1933008000)

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NOSOTROS 
autoridad de maestro seguro de su delicada misión, y entusiasmo de mú- 
sico noble y apasionado. Si bien es cierto que sus programas no se dis- 
tinguieron por la novedad — faltó en casi todos ellos la página desco- 
nocida clásica o moderna — lograron atraer al público e interesar a la 
crítica por la alta calidad de los mismos y la admirable forma en que 
fueron traducidos. 
En el homenaje a Brahms figuraban Doble concierto y Requiem Ale- 
mán, En el doble concierto para violín, violoncelo y orquesta, obra de 
vigorosa construcción formal, afeada un tanto por un abuso de ornamen- 
tos virtuosísticos, obra. escrita teniendo demasiado en cuenta el lucimien- 
to técnico-sonoro de los intérpretes solistas, los maestros Pessina y Vila- 
clara lucieron su impecable mecanismo y su fina musicalidad. El Re- 
quiem Alemán, verdadero monumento sonoro que une a la severa ele- 
gancia formal la vibrante fuerza de la inspiración — que se sale a veces 
del cauce religioso para caer em una noble teatralidad —, halló en el 
maestro Busch el intérprete vigoroso y certero. Las danzas de Salomé 
y el poema sinfónico Don Juan de Strauss, especialmente este último, 
fueron traducidos por Busch con gran precisión rítmico-expresiva y hol- 
cada fantasía lírica. 
—E 1 masetro Ansermet- temperamento de músico opuesto al de Busch 
-—.€s uno de los más inquietos espíritus artísticos de la hora actual 
y el más novedoso confeccionador de programas musicales que haya 
actuado entre nosotros, contribuyendo con ello más que nadie a enrique- 
cer muestra visión sonora, Dirigiendo a los clásicos no es Ansermet, a 
nuestro juicio, un director de la talla de Busch; es posible que el asiduo 
contacto con las obras de los compositores modernos que tan bien com- 
prende, modernice demasiado su batuta para la interpretación de los clá- 
sicos, O tal vez su espíritu tan compenetrado de lo moderno, no sienta 
con igual intensidad lo clásico. En nuestro entender, si se hubiera limi- 
tado a dirigir obras modernas de las muchas que nos hizo conocer en sus 
anteriores actuaciones y que nuca le agradeceremos bastante, su éxito 
aubiera sido más rotundo. En sus cuatro conciertos nos presentó uno 
como pequeño panorama sintético de la música antigua y moderna, desde 
una deliciosa sinfonía de Haydn, hasta la dinámica Sinfonía de los salmos 
de Strawinsky; desde la página más pura y delicadamente elaborada en 
armonía consonante, hasta el más caprichoso y genial trozo disonante, 
Las cerebraciones exquisitas de Debussy — el más fino orfebre de so- 
noridades — y las dinámicas inspiraciones de Strawinsky, el más fuer- 
te creador de ritmos sonoros de la hora actual, convienen extraordina- 
-iamente al temperamento de Ansermet que se complace en presentar 
las inspiraciones de estos compositores sin descuidar los más pequeños 
detalles de los matices y de la expresión. 
—N? es gran cosa lo que puede decirse en favor de la temporada de ba- 
llets dirigida por Bronislawa Nijinska, maestra escenógrafa de no 
muy caudalosa fantasia y bailarina en decadencia, 
Habiendo tanta música hermosa original escrita para ballet ¿a qué 
ofrecernos adaptaciones de obras pianísticas de Chopin o Beethoven que, 
lirciamente, están refiidas con ese género musical tan de hoy? Silfides 
con música de Chopin y Variaciones con música de Beethoven, resultan, 
adaptadas al ballet, dos ñoñerías cursis e insignificantes. Los dos úni- 
cos ballets ofrecidos dignos de mención fueron Bolero de Ravel,” co- 
reográficamente mejor presentado que el año pasado por Boris Roma- 
noff, y, Bodas de Strawinsky, una de las páginas más originales y ob- 
sesionantes de este compositor. Está toda ella escrita en armonía dicn=
	        
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