—Cuanto antes, porque tamién me duelen
los callos, y seguro que vá llover!!
—¿A usted le agradará la música?
== la guitarra mucho, dotor! Yo soy pal
rajuñeo bastante regular.
—Entremos aquí y oiremos un poco de
música, ,
—Hij'una, qué lindo es esto, dotor! Si yo
lo tuviera pa los animales finos!
El mozo: ¿Qué van á servirse, señores?
—¿Qué gusta, don Rudecindo?
—pPida, votor. Yo tomo un vinito.
—¿Chatreux, Marsala, Jerez, Chinato?
—Oh, no juegue, mocito!! Tráigame un
Mendoza nomás; pero de la bordalesa, que
no sea picao!l No me traiga de ladamajua-
na
—Tráigale un Chinato, y á mí un café
con leche. ¡ ,
—Dotor...¿que ricién se levanta de la
cama?
—Costumbre.
—Tá giieno, como guste nomás...
—Ahora va tocar la orquesta, don Rude-
cindo. :
—¡Linda banda! ¿Pero con mujeres, do-
tor? ¿A donde me ha traido usté?
a“ orquesta de damas. ,
—¡Pobrecitas! las compadezco; quién sabe
quienes han de ser.los maridos pa man:
darlas á tocar la música. Y tocan lindo,
ero pa mí no hay como la guitarra y el
AI Ves dotor, la rubia esa del
guitarrón...¡qué pedazo de guitarrón tiene!
Pobre mujer; ¡cuánta juerza está haciendo
pa tocar!
—Ese instrumento se llama contrabajo.
—No vé? No m'he equivocao. Con traba-
jo, ya lo creo. ..sison de las guitarras gran-
des, pues... Y ese questá parao con una
guitarrita tiene cara e criollo y pa mí qu'es
el dueño del «Dorao», atrás de mi campo...
Tengo ganas de arrimármele. ¿Qué le pa-
rece?
—Don Rudecindo, ¡hable más bajito!
—j¡Pero fíjese en la del guitarrón, si no
es diabla! Se hace la que mira el papel que
tiene adelante y en vez está mirándonos.
Séame franco, dotor: ¿Es á usté á quien lo
mira? :
—No, hombre; mira á cualquiera, ¡á quien
le dá la gana!
—No me parece... pero en fín...
—Ahora va á ver una vista; apróntese.
—Oh, ¿y porqué apagan las luces, dotor?
Yo me voy á la calle; á mi no m'embro-
man; nos están por hacer algo y las cosas
se hacen á las claras,—y al instante comen-
zaba á exhibir una cinta el cinematógrafo,
la que se refería 4 la venganza del marido
en la esposa adúltera.
—¿No se siente lo que hablan? ¿O es que
ando sordo?
—Es una cinta de cinematógrafo, pues
hombre!
—i¡Qué pavada!! más bien hubiéramos ido
Á las pruebas, ó á la plaza.
(Una voz)—Que se calle!!
—pPor mí lo dicen, dotor? And'está ese!!
21
—Silencio! ,
—¿Y que no es de confianza la casa?
—Sí, pero hay que estar callado.
—Pa mí quel criollo de la banda es el
patrón, ¿no es cierto? No tocan hasta quel
no les hace señas!!
—Deje eso y veala vista, don Rudecindo!
—La rubia del guitarrón m'está mirando
mucho. Siquiera tocara algo sola pa echar-
le una rilación. ¿Y no se puede bailar acá?
—[Ni se le ocurra!
(Refiriéndose ála vista). —Piro vea dotor...
cómo la trata á esa pobre mujer, ese caje-
tilla! Yo me le cruzo! Ahí la mató!! Sinver-
gienza!!
—Don Rudecindo, cállese!!
—Ya prendieron las luces. ¡Andan c
choneándonos, dotor!
—iPero .Vd., por lo visto, nunca estuvo
en ningún cinematóerafo!
—¿Nimatrógafo? ¡Qué se yo lo que es
Eso;
—Esta noche está en uno de ellos. pues.
-—Tá giieno. Piro fíjese la rubia del gui-
tarrón. No me quita los ojos d'encima. Y
eso que no m'he afeitao, y más entuavía
que no la conozco.
—Ahora sigue el número dos de la or-
questa.
—Voy á golpiar y grito que salga el to-
ni; ¿qué le parece, dotor?
—Lo llevan preso en el acto. Si esto, va
le he dicho, que no es circo. -
—Ya lo creo que no es nada deso; es
una soncera todo esto. Bah, ya sé pa otra
Vez. ... :
(Un vendedor de diarios), —Diario cuarta.
—Ché, chico, dame uno. ¿Cuánto vale?
Diez.
—Tomá los diez.
—ECompre la revista....
—Nó, m'hijo. Si con esto tengo pa todo
el mes, Tiene más pa lér...
Compre la revista MATE AMARGO..
—Te acomodo un sopapo!! Pueblero, y no
sabés decir cimarrón?
—Nó, don Rudecindo. Es una revista que
se llama así.
—Chá. al fin he oido algo campero enel
pueblo, dotor. ¡Viera cómo me alegro!
—Está bueno.
—Y 1.'está dele mirar la rubia del gui-
tarró .... Mejor es que la desengañe, do-
tor ¿a qué la voy á consentir....
—Cóbrese mozo, y vamos don Rudecindo.
—No; yo pago, y vea mozo: Más dispués,
á esa rubia del guitarrón, me le dice por
encargo del mozo á quien lo miraba tanto,
que le gusta mucho su carita, piro siente
no poder hacer nada, porque yo soy casao...
y usté mozo ya sabe l'historia, y choque
p'ragradecerle el servicio....
M, E. (h).
Rosario, 1911.