Full text: 3.1918,9.März=Nr. 135 (1918013500)

La Rota. 12834) — 
-—Ah! “bariné”, — respondió el borracho, — vos 
sois rico, podéis sin duda beber agua de colonia; 
pero yo, pobre de mí, no tengo más remedio que 
conformarme con barniz. 
Este auténtico diálogo muestra que antes de mar- 
zo de 1917, la prohibición de la venta de alcohol 
Ca mejor obra de Nicolás II) era estricta. Para 
embriagarse había que beber drogas imposibles, l1í- 
quidos mortíferos o pagar a precio elevadísimo li- 
cores vendidos clandestinamente. Durante el tiem- 
po que ha seguido a la revolución la antiga disci- 
plina antialcohólica ha estado rigiendo automáti- 
cramente. Pero desde hace unos meses el terrible 
Cartas d.. 
agelo ha hecho de nuevo su aparición; y se vuel- 
zen a ver obreros vacilantes por las calles. El ar 
>oholismo, que es el más grande y peor enemigo de 
Rusia, ha causado ya en la actualidad terribles 1% 
sracias, Y este problema es hoy gravísimo. EN e 
2208 de la hora presente en medio de las compi 
"aciones innumerables por que atraviesa la nació 
rusa, si el pueblo se abandona a la locura alcobó: 
ica, ahora que no hay “knout” que lo impida. po 
iría decirse que no sólo la revolución está perdida 
sino también la Rusia misma. 
Lrpovico NAUDE4U: 
la Niña Boba 
E 
dai 
A 
Le. 
.cencias 
Señor director: 
¿Es usted. amigo de hacer con- 
fidencias? ¿No? Yo tampoco. Pe- 
ro debo declararle que me gusta terriblemente 
que me las hagan. 
La confidencia es en todos sentidos un ca- 
pital valiosísimo; la o el que hace una confi- 
dencia, sincera o no, entrega una esperanza 
si la confidencia no es cicrta, una gloria o una 
desilusión si es verdadera; y siempre hay en 
estos “momentos” del corazón, material sufi- 
ciente para aprovechar hondas enseñanzas. 
Yo adoro, como le decía, señor director, el 
que se me hagan confidencias; pero, y para jus- 
tificar esta afición que pudiera tacharse de 
algo perversa, quisiera tratar de definir lo que 
entiendo por confidencia. 
No es la confidencia, es claro, la sucesión de 
narraciones, diré así, en las que se traducen 
esperanzas o desencantos, no. Una amiga ín- 
tima que me confíe una serie de acontecimien- 
tos sensacionales para ella no es “la confiden- 
te”: es la amiga nada más. 
El corazón con el cual vivimos la vida en 
modo paralelo no es nunca el confidente: es 
el corazón amigo, el alma hermana, diré, para 
ser cursi. (Me custa ser cursi, a veces, como 
los virtuosos desafinan, por Pp" 
cer, por matizar, acaso). 
Yo pienso que la confident* 
es algo aislado, es el pequeño 
románce con su prólogo, SU “ 
triga y su final, algo que debe narrarse “de u 
sola vez”. En una palabra: la confidencia a 
lo que “ya ha sueedido”, y que por cons 
guiente puede sintetizarse. ; 
Eso es lo que yo entiendo por confidero* 
y ese es el “racconto” que me deleita, veng* 
de quien venga, de amigas o amigos (a U 
“ed le diré, no lo repita ¡por Dios! que pres 
ro el ““racconto”” de estos últimos). : 
Una amiga es rara vez sincera en su cos 
lencia (no me refiero naturalmente al hab 
de falta de sinceridad, a “lo que no decir" 
jamás”) ; no es sincera y se explica. Nosot", 
sabemos que “no tenemos amigas”; estar” 
zonvencidas de que la confesión de una der 
ta no va a suscitar en la interlocutora el 5 
mentario noble que debiera, y entonces ds, 
zamos nuestro sentir. No encontramos ? , 
eonfidencia, feliz o desvraciada, “jamás 18 co 
pensación en la amiga”. Si la confiden”; 
respira triunfo /decididamente soy odios), 
cespira triunfo, dico, la amiga que 10 Po, 
verse libre de un livero sentimiento de em". ; 
sión. no agradece en absoluto la confide? e
	        
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