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El corazón se me estremece al ver un man-
tel bien extendido, en cuyo, centro se aroma-
tiza una kenafa (1) madando sobre la man-
'eca y la miel en una gran bandeja,
¡Oh kenafa! ¡kenafa fina y sedosa como
:abellera! mi deseo por saborearte ¡oh Ke-
vaja! Ucga a la exageración! Y me pondría
2» peligro de muerte el pasar un día sin
que estuvieses en mi mesa, ¡Oh Renafa!
¡Y tú, jarabe! ¡Addrable y delicioso Jura”
de! Aunque lo estuviera comiendo y bebiendo
día y noche, volnería a dranarlo en la vida
futura.
Después de esto dejé la pluma y el tinte-
ro, y me senté respetuosamente a alguna
distancia. Y mo bien leyó el rey lo que yo
había escrito, se maravilló maravillosamente
y exclamó: “¿Es posible que un mono posea
tanta elocuencia, y sobre todo una letra
tan magnífica? ¡Por Alab!... ¡Es el pro
digio de los prodigios!”
En aquel instante trajeron un juego de
ajedrez, y el rey me preguntó por señas si
sabía jugar, contestándole yo que sí con la
cabeza. Y me zcerquá, coloqué las piezas,
y ne puse. a jugar con el rey. Y le dí mate
dos veces. Y el rey no supo entonces qué
pensar, quedándose perplejo, y dijo: “Ti
éste fuera hijo de Adán, habría superado 2
codos los vivientes de su siglo!”
Y ordenó luego al eunuco: “Ve a las
habitaciones de tu dueña, mi hija, y dile:
“¡Oh mi señora! Venid inmediatamente jun-
to al rey”, pues quiero que disfrute de este
espectáculo y vea un mono tan maravi-
lloso.”
Entonces fué el eunuco, y no tardó en
volver von su dueña, la hija del rey, que
en cuanto ma divisó se cubrió la cara cop
el velo, y dijo: “¡Padre mío! ¡Como me
mandas llamar ante hombres extraños?” Y
el rey dijo: “Hija mía, ¿Dor
quién te tapas la cara, si no
hay aquí más que nosotros?”
Entonces contestó lx joven:
“Sabe, ¡oh padre mío! que
ese mono es hijo de un rey
llamado Amarus, y dueño de
un lejano país. Este mono
está encantado vor el efrit
(1)
elillo
ns.
Kenafe: especie de pas-
hecho con fideos muv
L7> E
E
Jeorgirus, . descendiente de Eblis, después
le haber matado a su esposa, hija del rey
Aknamus, señor de las Islas de Ebrno. Este
nono, al cual crees mono de veras, es un
10mbre, pero un hombre sabio. instruído y
»rudente.”
Sorprendido al oir estas palabars, me pre
runtó el rey: “¿Es verdad lo que dice de
1 xi hija?” Y yo, con la cabeza, le indiqué
somo era cierto, y rompí a llorar. Enton-
>es el rey le preguntó a su hija: ¿“Por qué
sabes que está enrantado?” Y la princesa
ontestó: “¡Oh padre mío! siendo yo pe-
jueña, la vieja que había en e:sa de mi
Ladre era una bruje muy versada en la
nagia 'y me enseñó este arte. Mas urde
de perfeccioné en “él, y aprendí mas de
xento setenta artículos mágicos, de 10s cua-
es el ás insignificante me permitiría trac»-
ortar tu palacio con todas sus piedras y
a ciudad entera detrás del Cáucaso, y con-
rertir en mar esta comarca y en neces a
mantos la habitan.”
Y el padre exclamó: “¡Por el verdadero
10ombre de Alah sobre tí! ¡Oh hija mía! des-
canta 8 ese hombre, para que yo le nom-
dre visir. Pero ¿es posible que tú poseas
se talento tan enorme y que yo nada su-
plese? Desencanta inmediatamento a ea
mono, pues debe ser un joven mmy intelis
zente y agradable” Y la princesa respondió:
“De buena gana y como homenaje debido.”
En este punto de su relato, Schahrazada
rió que se aproximaba la mañana. y <a
«21ló discretamente.
PERO CUANDO FUE LA 14a, NOCHE
Ella dijo:
He llegado a saber, Joh rey afortunado!
que el segundo saziuk dijo a la dueña de
'a casa:
JOh mi señora! al oir la princesa el rue-
go de su padre, cogió un cuchillo que tenía
1ngs inscripciones en lengua hebrea, trazó
:on él un círculo en el suelo, escribió alí
rarios renglones talismáticos y después s«:
solocó en medio del círculo, murmuró al-
sunas palabras mágicas, leyó en un libro
antiquísimo unas cosas que nadie entendía,
y así permaneció breves instantes, Y fe
aquí que de pronto nos cubrieron unas ti-
nieblas tan espesas, que nos creímos ento
*rados hrio las ruinas del mundo. Y súl:
(eontinuará)
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