Núm. 135 Buenos Aires, 9 de Marzo de 198 Año III.
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Jules Lemaiítre
UANDO conocí personalmente a Le-
maitre, en octubre del año 1898,
habían transcurrido cerca de vein-
te desde que, a mediados del 79,
Roy deletreé por vez primera en la
Vista Bleue — una de las tres o cuatro re-
No S europeas que recibíamos en la Escuela
"mal de Tucumán — ese nombre poco lla-
tivo, al pie de un artículo que no lo era
“cho más. Llegado a la celebridad el chis-
o crítico, hase formado en torno suyo la
ltable leyenda, presentando su estreno —
Re OO tal se da su irreverente retrato de
eurigo — como un salto instantáneo de la obs-
chad ada la gloria. En realidad, aquel de-
No 0. Magistral de gracia burlona — un si es
Meriz caricaturesco — tan no fué obra de pri-
Nero > que con él inauguraba el autor, en
de ye de 1885, nada menos que el séptimo año
Parte o aboración en la revista. Por otra
“ alugss páginas de verdadero estreno a que
de la ido, — aunque dignas, por lo ingenioso
cia de | Gición literaria y la esmerada elegan-
de - a forma, de un talentoso ““normaliano”
fesar uo años, que ya llevaba cinco de pro-
lenta etórica en el liceo del Havre, — no 08-
“ontengo. para el lector adocenado, si bien las
lag cule en germen para el observador agudo,
alidades personales y espontáneas que
iban luego a dar fisonomía propia al escritor
y sacarle de la fila.
De esos primeros ensayos, ninguno ha sido
recogido por el autor en los Contemporains,
quedando sepultados en el citado tomo de la
revista en que aparecieron. Y a fe que ni la
noticia sobre ““Bersot”” o el “Magnetismo ani-
mal”, ni el resumen, algo más profundizado,
del “Movimiento poético en Francia” se dis-
inguen marcadamente de las medianas pro-
jucciones vecinas, debidas a honrados colegas
aniversitarios, y que nadie — ni ellos mismos
-— piensa en reeditar. Alguien podría extra-
dar que cupiera igual suerte a un importante
studio sobre Flaubert (Revue Bleue, octu-
ore 11 y 18 de 1879), apenas inferior a los me-
jores que, desde Saint-Beuve a Maupassant,
se dedicaron al gran artista, y sin duda supe-
rior a muchos del mismo Lemaitre, sobre otros
:emas; que ha incluído entre los “Contempo-
ráneos””. “Constando en cien lugares de sus
»bras, lo mismo que en el trabajo citado, la inva-
ciable admiración de Lemaitre por el autor de
Madame Bovary. — a «quien, habitando el
flavre, visitó varias veces en su retiro de Crois-
set, según se lee en la correspondencia de Flau-
bert, — no puede atribuirse omisión tan signi
ficativa sino a una antocrítica severa del pro-
pio ensayo : acaso debida al wotejo con otro de