FE —
a LIDAD
IIA
dos héroes Belgrano y San Martín
Oh! ilustre Cueto; eres el obrero que
supo abrir al arte nuevos y anchos ca-
minos, los cuales hoy se ven cubiertos
de mil flores del .cariño; como las que
yo deposito á vuestras plantas, para
con eso poder rendir culto á tus sa-
Crosantas virtudes.
Bien, Leonardo, los corazones nobles
que moran bajo la techumbre de esta
“gran metrópoli, se encuentran enorgu-
llecidos de mantener en su seno á un
gigante como tu; quien hace honor con.
Su ciencia, á la hermosa patria que le
vió nacer un día trayendo en su cabe-
“llera una herniosa aureola de gloria, Ja
que hoy se esparce por los ámbitos del
Universo entero, como se esparció aque-
lla que supieron conseguir nuestros pa-
triarcales allá por el año 1810, año de
inmortales recuerdos para los” argenti-
110s como tú, que saben valorar los he-
Chos de nuestra historia.
Leonardo: tú eres el poeta clásico de
esta época nefíanda, en la cual os veo
Aravesar por entre los surcos que ha-1,
Ce allá en la campaña el más humilde
labrador en pro de la tradición; con
la lira en la mano cual payador de
— Muestras dilatadas pampas, para poder
legar según lo imaginó, al sagrado tem-
Plo de Apolo, donde luego podréis salir
Acompañado con una de sus tantas mu-
Sas para no caer jamás como chispa de
S0l sobre la escoria ni ser por los in-
Concientes necios; vuestro talento repu-
dado por que vuestra audacia se ex-
-— tiende como pudo extenderse la del
Dantón de la Montaña.
Mesa adelante compañero, no aban-
Néis vuestro númen, que las letras os
EL OMBU 5
¡llaman al escenario y el porvenir os
responde: Za gloria eterna será.
MANUEL CIENTOFANTE
A Bosquejos E
A la distinguida señorita Maria Rosa $.
Eres niña muy hermosa
Por ello te quiero tanto,
Dedícote esta estrofa
Para tí mi dulce encanto
De su rostro encantador
Lás múltiples. pertecciones,
La hacen diosa de belleza
Y reina de corazones. í
E
ao“
Adorada María Rosa
No aumentes la agonía
A mi triste corazón,
Que por tí delira y suspira
Y por tí muere de amor.
S. LG. Za
—— o EE= ht — ——
UN PAYADOR
¡PERDONADO!
Entre la plebe lo ví
Cantando... más, qué cantaba!
Si embriagado sencontrava
No podía concevir;
Ah! olvidarme no podré
De sus hermosos versttos
Lo mismo de aquel platito
Que sacó para pedir.